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sábado, 10 de marzo de 2012

Querer es poder


Once partidos han tenido que pasar para que Las Palmas vuelva a conseguir una victoria lejos de Gran Canaria. Mil minutos llenos de mal juego, malos momentos, expulsiones injustas, detalles adversos, arbitrajes polémicos, imagen deplorable, lesiones inoportunas… Una vuelta entera sin ganar fuera, cinco meses de desasosiego, pero por fin en Murcia se ha roto la racha.

Juan Manuel Rodríguez es amante de los talismanes, de encasillar jugadores. Quiroga le dio resultado saliendo en la segunda parte la pasada jornada y hoy decidió repetir. Por eso en el once inicial estaban Momo y Guerrero ayudando a un gran Vitolo y a un gris Jonathan Viera por delante de la habitual pareja de medio-centros. Y también corrigió su error el entrenador amarillo dando entrada a David García en el lateral derecho.

Todavía me duelen los ojos de restregármelos al ver, durante los primeros 20 minutos de partido, cómo Las Palmas había saltado a la Nueva Condomina como hacía mucho que no lo hacía: presión arriba, subida de los laterales, salida del balón a través de David González y velocidad en el juego buscando la espalda de una pareja de centrales que recordaron recientes pasados de los amarillos.

Por eso, a los 21 minutos ya habíamos marcado un gol (otra vez Vitolo) y habíamos desaprovechado dos “mano a mano” con el portero. Guerrero la mandó a la grada y Viera le telegrafió el remate a Alberto. Un 0-3 no hubiera sorprendido a nadie en ese momento. El Murcia apenas inquietaba a Barbosa con un par de centros al área con remates defectuosos.

Entró entonces Las Palmas en una dinámica algo menos agresiva, y se fue pareciendo paulatinamente a la que teníamos todos en la retina de los partidos en Alcorcón, Alcoy y Córdoba. Barbosa decidió lanzar patadones en vez de jugarlos en corto, las imprecisiones llegaron y el Murcia recuperó el balón y los espacios. Fue entonces cuando llegó el empate y el partido cayó por completo en un fútbol gris y anodino de ambos equipos.


La segunda parte empezó como la primera, y Las Palmas avisó con un doble remate de Guerrero que atajó el portero. Tenía que llegar el segundo antes de que pasara algo. El Murcia sólo creaba peligro por su banda izquierda, donde Pedro trajo en jaque a un David García que acabó exhausto. Minutos más tarde Guerrero la volvió a tener, pero su cabezazo tras un medido centro de Vitolo se encontró de nuevo con la mano salvadora de Alberto.

Estaba claro, a esas alturas, que pasara lo que pasara, ya Las Palmas había ofrecido más que en los últimos cinco desplazamientos (igual me quedo corto). Así que sólo faltaba ese “golpe de efecto” (… o “de suerte”) que solemos tener en casa. Y para eso, la mejor receta es poner en el campo al argentino Quiroga. Así lo debió pensar Juan Manuel, que le dio entrada en el 65 y dieciséis minutos más tarde cabeceaba a la red una falta botada por David González.

Quedaban apenas diez minutos y había que tener el balón y no meterse atrás. Darle metros al Murcia hubiera sido darle vida a un equipo que apenas había dado signos de ser mejor durante todo el partido. Las Palmas supo mantener el marcador, e incluso ampliarlo si Vitolo o Roque hubieran estado más acertados, pero al final la victoria se tiñó de amarillo para sorpresa de los que no esperábamos demasiado del equipo.

Hasta Murcia hemos tenido que ir para romper con las rachas: volvemos a ganar fuera, no encajamos gol a balón parado y acabamos el partido con once. A los apostantes cobardes esta vez les salió mal la jugada. A los que no tenemos con qué apostar, Las Palmas nos ha dado una gran alegría… y motivos para soñar.

Las Palmas ha vuelto a ganar fuera. Aún no me lo creo. Fue a por la victoria y la consiguió. Querer es poder. Una lección que ya no debería olvidar nadie en lo que resta de temporada.

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