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lunes, 12 de marzo de 2012

Paso a paso


De todos es conocida la costumbre generalizada que hay en el entorno del fútbol de pasar del cero al infinito en tan solo un partido, con posibilidad de volver al cero a la semana siguiente. Esta tradición, iniciada en sus tiempos por los medios de comunicación pero fielmente conservada por muchos aficionados hoy en día, traduce en sueños de gloria cualquier racha de resultados positivos de un equipo por pequeña que sea.

Hace dos semanas mirábamos hacia abajo, veíamos todos a un equipo ramplón, sin juego, sin fútbol, defensivo, incapaz de ser superior a sus rivales por muy enterrados que estuvieran en la clasificación y ganando sólo los partidos de casa sin merecerlo y sobre la bocina. Una corriente negativa circulaba por las redes y medios, donde se cuestionaba al entrenador y a la plantilla.

De repente, el equipo muestra mejoría en el juego y gana en Murcia después de cinco meses de sequía visitante, y es capaz de despertar ciertos instintos. Esos que nos hacen exaltarnos y elevar nuestras expectativas de forma automática cual resorte. Si encima se ve el descenso a 14 puntos y el play-off a 8, el efecto es multiplicador. Ya nadie recuerda el mal juego, la plantilla, los planteamientos, lo mal que defendemos a balón parado ni los arbitrajes sospechosos. Ahora sólo vemos la posibilidad de alcanzar los puestos de promoción. A por la proeza, sí, pero con cabeza.

A nadie le cabe duda que una recta final de temporada brillante nos daría muchas opciones de alcanzar la sexta plaza. Además, el equipo habría adquirido una velocidad y un estado de ánimo que jugarían a nuestro favor en las eliminatorias de ascenso.

Pero antes de enfrascarnos en una cruzada que podría dejar más frustración que felicidad, hagamos algunos números: se han disputado ya 28 partidos de Liga. Justo dos tercios de la misma (14+14+14). En ese periodo Las Palmas ha logrado 40 puntos. Una sencilla regla de tres nos lleva a que, si se sigue con la misma velocidad en la obtención de puntos, a final de temporada tendríamos 60. Con 60 puntos no vamos a ninguna parte.

La última plaza que da acceso al play-off la ocupa hoy el Hércules con 48 puntos. Haciendo el mismo ejercicio que hemos hecho para los amarillos, sería lógico pensar que esa sexta plaza se conseguirá con unos 72 puntos aproximadamente. Va a estar mucho más cara que la temporada pasada. Por tanto, Las Palmas tendría que conseguir, en condiciones normales, 32 de los 42 puntos que quedan por disputarse. Eso significa ganar 3 de cada 4 partidos. O, desde otro punto de vista, ganar los 8 de casa y fuera ganar el menos uno y empatar el resto.

Este trayecto no permitiría apenas tropiezos, sería muy exigente. Y eso para un equipo que ha navegado toda la temporada basando su flojo concepto futbolístico en la consecución de los puntos necesarios para la salvación, parece una empresa un tanto difícil de imaginar. No podemos basarnos sólo en los destellos que ofreció Las Palmas el sábado y olvidarnos de las carencias que ha evidenciado el resto de la temporada. Debemos ser objetivos.

Si alguien a día de hoy cree que Las Palmas está en disposición de luchar por el play-off, que sepa que apenas se permitirán errores y que dependemos de los demás. Para eso hay que ir paso a paso, partido a partido, y el primer examen nos lo pondrá el Celta el sábado. Con los pies en el suelo, y sin dejar de mirar para hacia el cielo, reconozcamos que es muy probable que la ilusión nos dure poco. Puede ser una semana, pero también puede que crezca hasta límites insospechados. Si hay un momento para que haya un punto de inflexión, es éste. No habrá más oportunidades. El tiempo dirá. El sábado tendremos la primera prueba.

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